28 de octubre de 2007

La vida sigue igual

La ciudad de Tábor (República Checa) albergaba la segunda prueba de la Copa del Mundo de Ciclo-Cross, en un circuito donde en el año 2010 se disputará el Campeonato del Mundo de Ciclo-Cross.

Esta prueba, venía precedida por los comentarios creados alrededor del desarrollo y posterior resultado de la prueba de Kalmthout (Bélgica). Allí Zdenek Stybar (Fidea Cyclocross Team) obtuvo una victoria incontestable y sin paliativos que sirvió para que Sven Nijs no saliese bien parado de los comentarios recogidos en la prensa especializada tras su actitud conformista durante prácticamente la totalidad de la carrera.

Sven Nijs es un ciclista que no elude ningún duelo tanto deportivo como dialéctico y por ambos motivos era esperada con interés la prueba de hoy. Nijs no disfruta de aquellos circuitos que desde su punto de vista no son duros ni complicados técnicamente ya que ofrecen mucha variedad táctica a la hora de afrontar la prueba. En los recorridos que gozan de una dureza significativa Sven Nijs se encuentra más a gusto, ya que sólo hay una táctica a seguir, y es la de ser simplemente el mejor.

En Tábor se iba a encontrar un circuito más exigente que el de Kalmthout pero también de nuevo al joven Stybar corriendo en casa, donde el público se iba a volcar con él.
En la salida ya aparecían en la parrilla de salida ciclistas más habituales en la primera fila a diferencia de lo sucedido en la anterior prueba de la Copa del Mundo, y también se observaba la novedosa a la vez que innecesaria indumentaria azul de la UCI creada para señalar al primero de la clasificación mundial, que en esta ocasión la estrenaba Zdenek Stybar.

Los primeros metros fueron explosivos, nerviosos y espectaculares donde los corredores del equipo Fidea Cyclocross Team fueron quienes mejor iniciaron los primeros compases de la contienda, al igual que los ciclistas locales, que acostumbran a ofrecer en esta prueba un rendimiento superior al habitual, tal y como sucedió la temporada pasada con la inesperada victoria de Radomir Simunek Jr.

Ya en el paso por la primera vuelta, Stybar y Wellens comandaban la prueba, junto con Lars Boom (Rabobank). La ventaja era mínima con respecto a Zdenek Mlynar (Max Cursor), que comenzaba a pagar las consecuencias de seguir el ritmo de los dos ciclistas del equipo Fidea y sobre ciclistas como Sven Nijs (Rabobank) o Klaas Vantornout (Fidea Cyclocross Team) que encabezaban el numeroso grupo perseguidor que acabaría por engullir a los ciclistas fugados. Quien perdería la totalidad de sus opciones tras una mala salida fue el italiano Enrico Franzoi (Lampre-Fondital) que transitaba en las últimas posiciones y finalmente sólo pudo clasificarse en una decepcionante decimoctava plaza.

Con el grupo compacto con alrededor de una quincena de unidades, Stybar tenía una sorpresa preparada, y es que en uno de los obstáculos artificiales de la prueba, concretamente en un tramo de pradera ascendente con dos tablones a modo de obstáculo, optó por afrontarlos sin apearse de la bicicleta. Este hábil a la vez que arriesgado recurso suponía, tal y como estaban colocados en el circuito, una sustancial ventaja a la hora de imprimir de nuevo velocidad a la bicicleta tras superar los obstáculos, lo que motivó que el ataque que realizó tras saltar los tablones tuviese el efecto sorpresa deseado, y sirviese al ciclista para tomar unos importantes metros de ventaja y poner tierra de por medio con el numeroso grupo.

En uno de los puntos novedosos del tradicional circuito de Tábor, la zona de arena, Stybar era atrapado por cuatro ciclistas, Nijs, Boom, Wellens y Vantornout, haciendo la selección definitiva que se iba a jugar la victoria. De nuevo las espadas en todo lo alto y el duelo entre los ciclistas de los equipos Rabobank y Fidea servido.

Por detrás, y de forma sorpresiva era Steve Chainel (Auber 93), quien trataba infructuosamente de dar caza a los fugados y a su rueda el no menos sorprendente y espigado ciclista local, Petr Dlask (Fidea Cycling Team) que volvía a transitar por posiciones destacas en pruebas importantes. Quien volvió a estar lejos de lo que se espera de él en una prueba de la Copa del Mundo fue Erwin Vervecken (Fidea Cyclocross Team) que se tuvo que conformar en meta con la undécima plaza, y al que en ningún momento se le apreció posibilidades de obtener un resultado mayor al que finalmente conquistó.

Mediada la prueba, la carrera estaba lanzada y tras los intentos de los ciclistas del equipo Fidea en el primer tercio de carrera, daba la sensación que se habían quedado sin argumentos. Las vueltas se consumían con un pedalear tenso a la vez que calmado, dejando constancia Sven Nijs de su pasado en el mundo del BMX, afrontando ahora también los obstáculos artificiales sin bajarse de la bicicleta como sorpresivamente había realizado anteriormente Stybar. No en vano, el ciclista belga es el corredor que de forma más habitual realiza dicho movimiento.

Así, ante la falta de iniciativa de los ciclistas del equipo Fidea, Sven Nijs comenzó paulatinamente a emplear su táctica que irremediablemente en la mayoría de las ocasiones le conduce a la victoria. Unos movimientos de acción, reacción y continuación muchas veces imperceptibles a los ojos de los espectadores pero que va minando las posibilidades de sus rivales al someterlos a un ritmo infernal.
Wellens fue el primero en sucumbir, no en vano, no se escuda al decir que en estos momentos no está a un nivel como para afrontar las pruebas de la Copa del Mundo con garantías reales de éxito, y está un peldaño por debajo de ciclistas como Sven Nijs.

Stybar no se amedrentó ante Nijs y lo seguía de cerca, pero el joven ciclista checo acabaría pagando su osadía, ya que en el último tercio de carrera pasó de ser el ciclista con el que Sven Nijs se iba a disputar la prueba, a ser incluso superado en la línea de meta por Wellens, para ocupar finalmente la quinta posición. Poco premio para el coraje y el valor del ciclista local, que fue correspondido con la más sonora ovación que el público dedicó a cualquiera de los protagonistas de la prueba.

Así, descolgando con sutiles envestidas a sus rivales uno tras otro, llegó en solitario a meta, consiguiendo no sólo la victoria en Tábor, sino también el liderato tanto en la Copa del Mundo como en el ranking UCI.

Por detrás, en tierra de nadie, Klaas Vantornout obtenía una segunda plaza sustentada en el conservadurismo que mostró a lo largo de la prueba a diferencia de sus compañeros de equipo, que intentando conseguir la victoria tuvieron que conformarse con una posición más retrasada que la alcanzada por Vantornout. La tercera posición fue a parar a las manos del holandés Lars Boom, compañero de equipo de Sven Nijs, y que cada día que pasa hace que nos tomemos más en serio, aquella amenaza de joven insolente que tras conquistar el maillot arco-iris en el pasado mundial de categoría Sub´23 dijo que iría a la conquista de esa misma prenda ya en categoría Elite, para de estar forma pasar a concentrarse en el ciclismo de ruta, donde indudablemente tiene un futuro esplendoroso a tenor de lo mostrado hasta la fecha en el asfalto.

Bart Wellens hizo su carrera y acabó en la cuarta posición superando finalmente a Stybar. Es cierto, que a día de hoy, adolece del ritmo que lo ha convertido en el rival más enconado de Nijs, pero su solidez ciclista, hará que en no mucho tiempo vuelva a subir a lo más alto del podium.

Completando las diez primeras plazas ciclistas tanto clásicos como sorprendentes a partes iguales. La sexta posición, que bien podía haber sido quinta, fue para el menudo galo Francis Mourey (Française des Jeux), que realmente no tuvo tanta presencia en carrera como había tenido en la anterior prueba, algo que también se puede decir del suizo Christian Heule (Stevens Racing Team) que en este caso obtuvo una octava posición.

De sorprendente se puede clasificar la séptima plaza de Petr Dlask (Fidea Cyclocross Team) que acostumbra a cosechar actuaciones más grises y que quizá vuelva a frecuentar una vez que la Copa del Mundo salga de la República Checa, cuando hace tan sólo unos años era el ciclista llamado a abanderar el ciclo-cross de su país en el concierto internacional. Prácticamente en el mismo término podríamos hablar de Radomir Simunek Jr. (Palmans-Cras) vencedor en la pasada edición de esta prueba y que en esta ocasión ocupó la décima posición.

A destacar dentro de esas diez primeras plazas, la novena posición de Steve Chainel (Auber 93) y especialmente su comportamiento durante toda la prueba, que no tuvo la recompensa que tu trabajo merecía, pero que supuso para el ciclista francés un gran resultado que puede hacer que el maillot tricolor de Mourey no esté tan sólo a la combatir a los clásicos dominadores de la especialidad en las próximas citas importantes.

En cuanto a los ciclistas españoles, citar la presencia de los dos ciclistas habituales de la Copa del Mundo, Isaac Suarez (Cantabria Infinita) y David Seco (Spiuk-Super Froiz) que tuvieron un resultado dispar. Por un lado, el ciclista de Busturia, que sigue instalado en posiciones retrasadas ocupando en esta ocasión la cuadragésimotercera plaza a poco más de seis minutos del vencedor. En el lado contrario, ya en posiciones más razonables y acordes a la valía de los nuestros, el cántabro Suárez, obtenía una meritoria vigésimoctava plaza, prácticamente a tres minutos de Sven Nijs.

La próxima cita con la Copa del Mundo será el próximo 11 de Noviembre en la localidad holandesa de Pijnacker lugar donde presumiblemente el barro tan característico de este deporte haga por fin acto de presencia.

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23 de octubre de 2007

La victoria del ídolo "local"

El circuito de Kalmthout (Bélgica) es un clásico del ciclo-cross internacional, y si en la edición pasada albergaba la segunda de las pruebas de la Copa del Mundo, en esta edición servía de prueba inagural.

Sven Nijs (Rabobank) era el rival a batir en la línea de salida. No sólo la confirmación constante de su valía hace que sea el ciclista a batir allí donde se presente, sino que en Kalmthout era más favorito aún, ya que en las tres últimas ediciones de esta prueba había conquistado la victoria.

El circuito era el tradicional sin prácticamente cambio alguno. Un recorrido caracterizado por las dificultades existentes a la hora de adelantar, ya que el diseño hace que únicamente exista una trazada válida y esto suponga que la alternancia de las posiciones sea más complicada de lo que en un principio es deseable.

Una de las circunstancias que favorece la existencia de una trazada, es lo sinuoso y revirado del circuito, que en no pocas ocasiones provoca que entre los corredores se produzcan pequeños e involuntarios percances que pueden mediatizar el resultado final de cualquiera de los ciclistas que se vea involucrado en cualquiera de los incidentes muchas veces inapreciables, que al final únicamente quedan como circunstancias de carrera.

Además, las excelentes condiciones climáticas de las que disfrutaron los ciclistas y espectadores en Kalmthout, a diferencia de lo que posiblemente se encuentren la semana que viene en Tábor (República Checa), ya que la nieve ya ha hecho acto de presencia en la ciudad que va a recibir la segunda prueba de la Copa del Mundo, contribuía a que las diferencias fuesen aún menores.

Así que, con tales atecedentes, se iba a vivir una carrera en la que las diferencias iban a ser mínimas y aquel ciclista que saliese favorecido de los constantes y continuos cambios de ritmo a los que se iban a someter los ciclistas, se podría llevar la victoria a su zurrón.

El guión se escribía así, y un grupo numeroso completamente enfilado, que se rompía por los eslabones más débiles y se reagrupaba por la ausencia de perseverancia en el alto ritmo que se imprimía en cabeza fue la tónica general de toda la carrera.

Pero hubo un ciclista local que se saltó lo escrito y desde la primera parte de la carrera, decidió atacar y poner tierra de por medio con el resto de ciclistas. Zdenek Stybar (Fidea Cyclocross Team) era el ciclista en cuestión. El joven ciclista checo llamado a ser el estandarte del ciclo-cross de este país en un futuro que cada día esta más próximo, ha residido durante los dos últimos años en la ciudad de Kalmthout, aunque ahora ha cambiado su residencia a la localidad cercana de Essen, donde se está construyendo una casa.

Los aficionados se sentían encantados, y en el grupo perseguidor se ofrecían imágenes que pueden influir determinantemente en el resultado de pruebas como esta. Por un lado, los ciclistas del equipo Fidea Cyclocross Team, ejercían una labor de equipo, y en ningún momento interpretaron un papel diferente al de vigilancia y contención del grupo. Si los ciclistas del equipo Fidea Cyclocross Team se desentienden de la caza, las miradas caen en Sven Nijs y los ciclistas del equipo Rabobank.

Pero en un circuito donde no era sencillo marcar diferencias el ciclista optó por no tomar responsabilidad alguna. Su compañero de equipo, Lars Boom, parecía comandar la persecución, aunque realmente fue algo circunstancial y sin determinación, ya que la fuga de Stybar iba alcanzando una diferencia que aumentaba constantemente y que a la postre sería definitiva.

En un circuito prácticamente seco, y donde ciclistas con el centro de gravedad más bajo se desenvuelven con mayor soltura, Fidea Cyclocross Team controlaba, Sven Nijs se desentendía, y el resto de ciclistas belgas quería cazar pero no ser ellos quienes perdiesen sus opciones finales en el intento. Así, tuvieron que ser ciclistas como Enrico Franzoi (Lampre-Fondital), Christian Heule (Stevens Racing Team) y Francis Mourey (Française des Jeux) los que lideraron fundamentalmente la persecución en las diferentes fases de la carrera, dejando en mal lugar, a los ciclistas belgas.

El actual Campeón del Mundo, Erwin Vervecken (Fidea Cyclocross Team), mediada la carrera ya estaba descartado para la victoria final. Una rotura de cadena y la configuración de la parrilla de salida, en la que hubo sitio en las plazas delanteras para ciclistas de diferentes nacionalidades, lo que relegó a ciclistas de la selección del Bélgica a posiciones traseras como sucedió con Vervecken, que se mostraba contrariado por tal circunstancia, fueron los motivos.

Con esta medida, salió favorecido Isaac Suárez (Cantabria Infinita), que pudo salir en la primera línea y aguantar buena parte de la prueba en unas posiciones más honorables que la 40ª posición alcanzada en meta, a más de tres minutos y medio del vencedor de la prueba.

También estuvo presente en la prueba David Seco (Spiuk-Super Froiz), pero sus problemas de inicio de campaña lo relegaron a posiciones retrasadas y acabó en tierra de nadie en la 47ª posición a casi cinco minutos y medios del vencedor.

En una prueba, donde el ritmo alto era una constante no tener un pedaleo ágil y un estado de forma acorde a lo exigente de una prueba de estas características acaba pasando factura. Y es que el ciclo-cross no tiene secretos y en circuitos donde dificilmente se pueden establecer diferencias tanto técnicas como físicas, la igualdad existente sale a relucir hasta el punto de ver a una veintena de ciclistas rodando prácticamente juntos durante la mayor parte de la carrera.

Con la victoria de Stybar y con un Wellens remontando posiciones tras pinchar uno de sus tubulares, que aunque no le hizo perder mucho tiempo, en este circuito una quincena de segundos era un mundo, Sven Nijs mandó un recado a sus rivales, e imprimiendo un fuerte ritmo en la parte final de la prueba, y despegándose de ellos para entrar en segunda posición en meta. Posiblemente era el más fuerte y vino a decir con este gesto que no va a hacer la carrera a nadie y quien quiera jugar sus bazas que lo haga tal y como realizó Stybar, ya que si piensan que Nijs va a tomar la responsabilidad de la caza siempre, están equivocados.

Tras Nijs, en tercera posición el francés Mourey, que se amoldaba al circuito perfectamente y tomó la determinación de liderar el pelotón que perseguía a Stybar tras comprobar como nadie asumía su responsabilidad. La cuarta posición fue para Sven Vanthourenhout (Sunweb-Projob) ciclista que obtuvo en resultado excesivamente positivo para la apuesta que realizó ya que cuando buena parte de sus rivales lo señalaban para liderar la persecución de Stybar, el ciclistas belga inmediatamente se desentendía e intencionadamente se colocaba en posiciones más retrasadas.

La quinta plaza fue para Klaas Vantornout (Fidea Cycling Team) cuya labor de vigilancia fue determinante para que en los primeros compases de la prueba, Stybar abriese hueco, dejando claro que por encima de nacionalidades o individualidades, prima el equipo. Así el manager del equipo Fidea Cycling Team se mostraba tan feliz, a pesar de los 5000 €, que le va a suponer para su bolsillo la victoria del ciclista checo en concepto de prima, o el negativo resultado de Vervecken, que finalmente fue 22º en meta.

Estos tres ciclistas, Mourey, Vanthourenhout y Vantornout, fueron los que desde más cerca, aguantaron la embestida final de Nijs. Luego en sexta posición llegó Wellens, que sólo el pinchazo del tubular le impidió luchar por el segundo escalón del podium y tras él, el suizo Christian Heule, ciclista siempre generoso en el esfuerzo, que en la mayor parte de las ocasiones, no obtiene el resultado que merece su valentía y personalidad ciclista.

Enrico Franzoi al final cayó hasta la décima plaza en meta, en una preparación de cara al mundial que se disputa en su país, que enfocará como la temporada pasada, estableciendo un período de descanso, cuando la temporada de ciclo-cross esté llegando a su ecuador, ya que su pertenencia al equipo Lampre-Fondital, implica también objetivos en carretera, que es necesario combinar de la forma más adecuada, rompiendo un tanto los esquemas tradicionales existentes a la hora de enfocar la temporada de ciclo-cross.

Y en esa misma línea aparece otro ciclista de carretera, de excelente presente y mejor futuro, Lars Boom, que tiene en su mente el Campeonato del Mundo, antes de abandonar el ciclo-cross, para centrarse únicamente en el ciclismo en ruta. Su clasificación final fue la 18ª, sin en ningún momento, dar la sensación de esforzarse más allá de lo razonable, ya que incluso en los momentos complicados, en los que podía caerse o engancharse con algún adversario por la estrechez del circuito, dejaba pasar a los rivales y evitaba problema alguno.

El próximo fin de semana, la cita está en Tábor (República Checa), feudo inexpugnable para los ciclistas foráneos. Y además, por si fuera poco Zdenek Stybar, dice que hay dos carreras, donde se siente como el ciclista local. Una es Kalmthout (Bélgica), donde acaba de ganar, la otra, ¿adivinan cual es?.

16 de octubre de 2007

Runkel: Modelado en el barro

Los orígenes del ciclo-cross debemos situarlos a finales del S. XIX concretamente en Francia. El principal precursor fue Daniel Gousseau, creando una especialidad deportiva a medio camino entre el ciclismo y la carrera de campo a través que atrajo rápidamente la atención del Estado Mayor del ejército francés, que no tardó en incluirlo como un ejercicio más de la preparación militar de sus soldados.

En nuestros días, la esencia de este deporte no ha variado, pero a lo largo de su existencia, ha mutado hasta la forma en que se nos ofrece este exigente deporte, en lo que se ha dado por llamar ciclo-cross moderno.

Dejando a un lado a la Unión Ciclista Internacional, estamento que regula la normativa de este deporte, hay personas que de forma anónima o no, con su visión e innovación han permitido que con sus particulares iniciativas, que el ciclo-cross y todo lo que lo rodea tenga un determinado aspecto.

Una de las personas que influyó significativamente en la modernización del ciclo-cross, fue el ciclista suizo Dieter Runkel. Su nombre y su apellido no nos lleva a equívoco alguno, ya que nació en la pequeña localidad de Obersgögen, municipio dentro del distrito de Gösgen, en el Cantón de Solothurn, en el norte del país, donde se asienta fundamentalmente la influencia germánica.

Vino al mundo un 21 de Diciembre del 1966 y desde joven empezó a destacar en esto del ciclismo, especialmente en el ciclo-cross. Ya en categoría junior mostró su talento en 1984 ocupando la séptima posición en el Campeonato del Mundo que tuvo como escenario la localidad holandesa de Oss. Fue el mejor clasificado de una escuadra suiza, que lideraba su compañero Beat Wabel y que formaban también Roland Baltisser y Andreas Müller, nada pudo hacer para detener el recital que ofrecieron los ciclistas de Checoslovaquia y que permitió que entre Ondrej Glazja, Richard Koberna y Josef Jiricka conquistaran tres de las cuatro primeras plazas, siendo la plata, el único metal que en esta categoría no se marchó a territorio checo.

El talentoso Wabel, un año menor que Runkel, obtuvo la victoria en el Campeonato del Mundo al año siguiente, en 1985, siendo la única categoría que escapó al dominio de los ciclistas de la República Federal Alemana, en este mundial que se celebraba en Munich. Runkel sin embargo, pagó el salto y la adaptación del cambio de categoría.

Tuvieron que pasar varios años, hasta que Dieter Runkel volviese a aparecer de forma relevante en el concierto internacional, y no fue hasta 1988, cuando la cita mundialista la albergaba la ciudad suiza de Hägendorf, y en el que los helvéticos tuvieron una actuación brillante. En la categoría amateur, Runkel repitió la séptima plaza alcanzada unos años antes, quedándose su compañero de selección, Roger Honegger, con una segunda plaza que imposibilitó que todos los títulos en juego se quedaran en casa, puesto que en la categoría profesional venció de forma autoritaria Pascal Richard, que antes de iniciar la temporada de ciclo-cross vestía en ruta los colores amarillos del equipo KAS y en categoría junior se alzaba con el título la joven promesa, Thomas Frischknecht.

No era fácil destacar en un ciclo-cross lleno de estrellas de talla mundial y jóvenes promesas con aspiraciones a serlo, además existir también un buen número de corredores que colocaban el listón de las competiciones que se celebraban en Suiza a un gran nivel.

Así en 1989, en Pont-Château (Francia) sólo pudo ocupar la decimotercera plaza, siendo el cuarto de los ciclistas clasificados de entre los seleccionados suizos, en un mundial donde los 23 primeros clasificados entraron a meta en un intervalo menor al minuto, y en el que los ciclistas checos fueron de nuevo quienes obtuvieron la mayor de las recompensas auspiciados en el talento de Radomir Simunek que tuvo que ver, como por cuestiones jerárquicas, el maillot arco-iris iba a parar a su compatriota Ondrej Glazja conformándose él con la plata.

En 1990 la cita más importante del año llegaba a Vizcaya, concretamente a la localidad de Getxo. La prueba, de infausto recuerdo para los organizadores de la prueba desde el punto vista económico, tenía a los suizos como favoritos en la categoría, ya que los ciclistas checos que coparon los dos primeras plazas en la edición anterior, habían ascendido a la categoría profesional. También en Suiza se producía esta misma circunstancia, ya que Roger Honegger, que en la edición anterior había impedido el triplete checo con su medalla de bronce, también participaba dentro de la categoría profesional, pero su selección no llegaría a notarlo.

Dieter Runkel ocupó la novena plaza, siendo los ciclistas suizos Andreas Busser y el insolentemente joven Thomas Frischknecht quienes obtenían las medallas de oro y bronce respectivamente. Sólo tuvimos que esperar un año, concretamente a la cita de Gieten (Holanda), para ver como Frichknecht conquistaba el título en categoría amateur. La selección de Suiza era la potencia de la categoría, a pesar de que la otrora promesa Beat Wabel languidecía lentamente y no confirmaba con el paso del tiempo lo que apuntaba en categoría juvenil. En esta edición fue octavo, siendo Runkel undécimo, por delante de su compañero de selección, Andreas Büsser.

El año 1992 fue determinante en la carrera ciclista de Dieter Runkel. Conquistó una medalla de plata en el Mundial de Leeds (Gran Bretaña), por detrás del italiano Daniele Pontoni y superando a su compañero Thomas Frichknecht, pero su talento ciclista no sólo había quedado patente en el ciclo-cross, sino que obtuvo éxitos en el ciclismo de ruta, como la victoria en el GP Tell (Suiza) de ese mismo año, por delante de ciclistas como Erik Dekker (3º), que ese mismo año también fue medallista olímpico en la prueba de ruta, o Michael Boggerd (6º). La misma prueba, que un año antes catapultó con la victoria a Alex Zülle al profesionalismo de la mano del equipo ONCE, acompañado en el podium por Beat Zberg y Patrick Jonker.

La potente escuadra holandesa vio en esa edición de 1992 como no pudo hacer nada frente a la fortaleza del ciclista suizo, y así Jan Raas, director del equipo profesional Buckler-Colnago-Decca, que ya había ascendido al profesionalismo al finalizar ese mismo año a Erik Dekker, hizo una oferta a Dieter Runkel, para formar parte de su equipo, que el corredor suizo aceptó.

Pero lo que parecía una feliz ascensión al profesionalismo supuso un desencanto para el ciclista suizo. Jan Raas apartó al ciclista de su gran pasión, el ciclo-cross, y lo encaminó hacia pruebas tan exigentes como el Tour de Francia. El ciclista, conocedor como nadie de sus posibilidades como ciclista, entendía que las prueba de tres semanas no eran lo adecuado para un ciclista de sus características, además que compatibilizando la ruta y el ciclo-cross, la firma patrocinadora podía tener repercusión en los meses invernales, donde los equipos de ruta dejan de aparecer en los medios de comunicación.

Dieter Runkel debutó con los colores del WordPerfect-Colnago-Decca, tras el cambio de patrocinio que sufrió el conjunto de Jan Raas y compartía equipo con ciclistas de la talla de Raúl Alcalá, Edwig Van Hooydonck, Eric Vanderaerden, Jelle Nijdam, Frans Maasen o Frédéric Moncassin por citar los más significativos del equipo en aquella época.

Ya en su debut participó en el Tour de Francia, ocupando una de las últimas posiciones, concretamente la 131ª a más de tres horas del primer clasificado. La sintonía no era la adecuada con Raas y Runkel no disfrutaba con el ciclismo.

Así, tras cumplimentar los dos años de contrato firmados, dejó el equipo y se liberó de las directrices de un director que coartaba sus ilusiones ciclistas. Además, por si fuera poco, en el horizonte estaba el Campeonato del Mundo de Ciclo-Cross que tenía en la edición del año 1995, la localidad suiza de Eschenbach como escenario.

Buscó diversas firmas y fundamentalmente la marca de bicicletas Scott le brindó su apoyo. El circuito elegido para la ocasión era sinuoso y de grandes desniveles, además la adversa meteorología contribuyo de forma significativa a aumentar la dureza del trazado. De aquel recorrido, llegó a comentar Iban Mayo, el mejor de los ciclistas clasificados de la expedición española en aquel mundial, con la decimoséptima plaza alcanzada en la categoría junior, que se hubiesen logrado mejores resultados de haber sido incluido en la selección Martín Fiz, atleta maratoniano de éxito mediada la década de los noventa.

Pero la cabeza de Dieter Runkel, no sólo pensaba en como mejorar desde el punto de vista físico en el ciclo-cross, sino también desde el punto de vista técnico. A este corredor suizo se le reconocen dos innovaciones técnicas que ahora nos parecen usuales. Fue el ciclista que adoptó para el ciclo-cross los pedales automáticos de doble cara, cuando auspiciado por el desarrollo de la industria de la bicicleta en torno al Mountain Bike evolucionaron y aparecieron nuevos productos, sustituyendo en su bicicleta el habitual calapie con correas que se usaba en ciclo-cross por este nuevo pedal.

Además, incorporó a su bicicleta el doble juego de frenos, añadiendo unas manetas en la parte frontal del manillar a las ya clásicas que su bicicleta poseía en la curvatura. A diferencia de los dobles juegos de frenos que se ven en las bicicletas de ciclo-cross y cicloturismo en la actualidad, los frenos situados en la zona horizontal del manillar iban guiados completamente hasta el tirador del freno.

La prueba, en la que tenían cabida tanto los corredores de categoría amateur como los de categoría profesional al estar fusionadas las categorías en aquella edición, quedó en un mano a mano entre los corredores de la selección de Suiza (Runkel, Wabel y Honegger) y la de Holanda (Adrie Van der Poel y Richard Groenendaal) decantándose la victoria a favor de los corredores de casa, con Dieter Runkel en lo más alto del podium y con su compañero Beat Wabel en tercera posición, emparedando en el podium, al eterno segundo, Adrie Van der Poel.

Dieter Runkel cumplió su sueño además ante sus paisanos, apoyado en un cóctel exitoso de trabajo y preparación enfocada a un objetivo, innovación técnica más allá de la simple labor ciclista de pedalear y una ilusión enorme al regresar a una especialidad, el ciclo-cross, que le había conquistado.

En este clima de alegría, parece ser que hubo una persona, a la cual no le congratuló ver como era Dieter Runkel el ciclista que se proclamaba Campeón del Mundo de Ciclo-Cross. Este no era otro que su antiguo director en el WordPefect, Jan Raas, que para la temporada siguiente, tomó la determinación de incorporar para su equipo a los dos ciclistas holandeses que pusieron en jaque durante la prueba, el título que finalmente logro Runkel.

Adri Van der Poel y Richard Groenendaal fueron incorporados a la disciplina del equipo Rabobank, que era el patrocinador en el año 1996, en aquel inesperado movimiento de Jan Raas con el ciclo-cross, y que tiene vigencia en la actualidad, pues Sven Nijs luce como nadie el maillot de la firma holandesa.

Jan Raas vió como a las primeras de cambio Adrie Van der Poel conquistaba el maillot arco-iris para Rabobank, logrando de forma inesperada e inteligente el tan ansiado título que tanto se le había resistido. Dieter Runkel no volvió a acariciar las medallas, siendo séptimo en 1996, en el Campeonato del Mundo de Montreuil (Francia) a poco más de veinte segundos de Van der Poel. En Münich (Alemania) en el año 1997 finalizó en la novena plaza y en 1998 en la localidad de Middelfart (Dinamarca) volvió a obtener una nueva séptima plaza.

Ya en 1999, vio que el final de su carrera deportiva estaba cerca, y con una decimonovena plaza en Propad (Eslovaquia) puso el fin a su carrera deportiva a nivel internacional, siendo con el comienzo del nuevo siglo, cuando decidió de forma definitiva colgar la bicicleta.

Siempre le quedó la duda amarga de que motivó a Jan Raas impedirle practicar ciclo-cross al más alto de los niveles y tras ver como se coronaba Campeón del Mundo y separarse los caminos deportivos de ambos, decidiese cambiar de opinión y apostar por la especialidad.

Tras esta época, el ciclo-cross en Suiza bajó enormemente en cuanto a asistencia, calidad de los ciclistas y éxitos internacionales. A finales de la década de los setenta, el ciclo-cross en Suiza estaba protagonizado por dos ciclistas talentosos como lo eran Albert Zweifel y Peter Frichknecht que se batían en duelo en cada una de las pruebas en las que participaban, además contaban con rivales de lujo, como Herman Gretener, Willy y Erwin Lienhard, Richard Steiner o Gilles Blaser, que hacían de las carreras un tremendo espectáculo.

Los ciclistas suizos, ocuparon las dos primeras plazas consecutivamente en los Campeonatos del Mundo de Ciclo-Cross que se celebraron en Chazay d´Azergues (Francia), Hannover (Alemania), Amorebieta (España) y Saccolongo (Italia) desde 1976 hasta 1979 y este este caldo de cultivo llegaron los aficionados a los circuitos y especialmente jóvenes ciclistas.

Dieter Runkel siempre pensó en recuperar los duelos entre Peter Frichknecht y Albert Zweifel, pero ahora con el protagonismo del hijo de Peter, Thomas Frichknecht, y el propio Runkel.

Eso nunca llegó a producirse, ya que Runkel vio truncada su carrera en la especialidad al acceder al ciclismo profesional de la mano del equipo WordPerfect y Thomas Frichknecht fue seducido por los enormes emolumentos que se daban en el auge que estaba experimentando una nueva especialidad ciclista llamaba Mountain Bike. No en vano, Thomas Frichknecht consiguió la última medalla que ha logrado Suiza en la categoría profesional en Münich (Alemania) en el año 1997, a lomos de una bicicleta Ritchey, marca con la que se identificó el ciclista en un primer momento dentro del Moutain Bike, que tenía un manillar completamente plano como los que se usan en esta especialidad.

Además de las esporádicas apariciones de Frichknecht en el ciclo-cross, el relevo generacional no llegaba, y la selección a penas sufría variación alguna de los clásicos Wabel, Honegger, Frichknecht o Runkel.

Dieter Runkel, tras dejar la competición, se puso al frente de una empresa del sector textil, industria tradicional en la zona que lo vio nacer. Hoy en día, en alguna que otra ocasión se viste de corto para participar en pruebas de ciclo-cross con carácter de exhibición reservadas a antiguos ciclistas y no duda siempre que tiene posibilidad en acercarse a disfrutar del ciclo-cross como espectador.

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12 de octubre de 2007

La huelga de bicicletas

Durante las últimas semanas, Alemania ha sido epicentro del mundo ciclista. Con los Mundiales de Sttugart como telón de fondo, la mirada de todos los aficionados del mundo del pedal, estaba puesta en la ciudad que, rodeada de colinas, bosques y viñedos, sirve de puerta a la Selva Negra.

Stutengarte es la palabra germánica que da origen a la denominación de la capital del Estado Federado de Baden-Wurtemberg, y se traduce por “jardín de yeguas”, debido a que el origen de Stturgart se enmarca alrededor de unos antiguos establos del duque Liudolf von Schwaben.

Stuttgart tiene un excelente tejido empresarial, que entre otras cosas, permite afrontar gastos como el que supone acoger uno de los eventos ciclistas más importantes del año. Daimler-Chrysler y Porsche tienen sus centrales en las afueras del casco urbano de la ciudad. Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach construyeron en Stuttgart su motor a combustión interna, que sumado a la bujía de Robert Bosch, que curiosamente nació en Stuttgart, marcan el nacimiento de la industria del automóvil en Alemania. El logo de Mercedes Benz rota sobre la Estación Central de los Ferrocarriles (HBF) y sobre el edificio más alto de la fábrica de Untertürkheim de Daimler-Chrysler, donde trabajan unas 20.000 personas.

No muy lejos de allí, concretamente en Nordhausen, ciudad situada en el Estado Federado de Turingia, al borde sur de las montañas Harz, las bicicletas y la industria también eran protagonistas pero de distinta forma que en Stuttgart.

La región de Turingia, al igual que la mayor parte de la antigua República Democrática Alemana, ha vivido una dispar progresión económica y aunque la situación ha mejorado globalmente, a día de hoy la región ostenta uno de los niveles de riqueza más bajos del país a pesar de las constantes subvenciones del gobierno federal y de la Unión Europea

En ese contexto, se sitúa la empresa Bike Systems GmbH, una empresa dedicada a la fabricación de bicicletas que tiene sus días contados. A mediados de Agosto, se presentó el expediente de cierre de esta fábrica, pero sus trabajadores llevaban desde el pasado 10 de Julio "ocupando" la empresa. Trataban, con una vigilacia en tres turnos que comprendía la totalidad del día, impedir el desmantelamiento de la empresa. Una empresa, que se encuentra en un estado ruinoso y con los locales prácticamente vacíos, tras la dejadez intencionada de unos empresarios, que aunque puede sorprender, no son alemanes, sino estadounidenses.

Los trabajadores están percibiendo una compensación económica al estar parados, pero ellos los que desean realmente, es trabajar. Algo totalmente comprensible y lógico, pero las acciones emprendidas para retomar la actividad laboral no son las habituales.

Quieren retomar el pulso a su vida laboral y cambiar el destino al que la empresa en la que han puesto sus esfuerzos diariamente, está irremediablemente abocada. Para ello, se han decidido a retomar la producción en régimen de autogestión, para que de esta forma, la empresa no sea desmantelada en su totalidad y esperar la llegada de un nuevo inversor.

Para canalizar los esfuerzos de una forma positiva, dado que la acción emprendida estaba marcada por la incertidumbre, se proponían recibir pedidos hasta alcanzar la importante cifra de 1.800 bicicletas poniendo como fecha límite el 2 de Octubre del 2007. Unas bicicletas con un precio, gastos de envío incluidos de 275 € tanto en la versión femenina como en la masculina.

La fecha marcada ya ha pasado, y la solidaridad ha posibilitado que el milagro se produzca. Desde todos los rincones de Alemania han aparecido pedidos e incluso desde fuera del país germánico también, ya que la cadena de solidaridad traspasa fronteras, aunque no tengan la posiblidad de enviar a ciertos lugares las bicicletas, por el encarecimiento que el transporte supone.

Ahora queda lo más difícil, mantenerse en el mercado, ya que aunque hayan ganado una importante batalla, la guerra no ha finalizado y es tremendamente complicada en el mundo de la industria ciclista. Alemania es el más importante de los mercados europeos, y un lugar donde llegan un gran número de bicicletas, fabricados con unos costes bajísimos auspiciados en unas condiciones salariales infames que deberían sonrojar a aquellos empresarios de rutilantes marcas ciclistas, que venden sus productos a unos precios desorbitados.

Quizá el futuro empresarial de este grupo de trabajadores está abocado al fracaso, pero la acción y posterior reacción ha sentado un precedente que nos deja ver, que el interés por un producto ciclista puede ser compatible con un salario digno.